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Ir del vacío a una forma sin dimensiones, cambiar (de lugar, de mundo). El paso y el camino es el punto de partida para varios personajes que actúan e interactúan en la toma de decisiones.
Dalet es una letra del alfabeto hebreo que hace referencia a la puerta. Una puerta sin dintel que permite ir, atravesar, transitar. Un ir desde el vacío a la forma sin dimensiones. Dalet habla de una travesía en el desierto, de pasos obligatorios que se dan infinitas veces en el camino de la evolución.
Este símbolo, esta energía que nos permite cambiar de lugar, es la fuerza motora de una creación para seis bailarines y dos músicos. El punto de partida desde el que varios personajes dan inicio a la toma de decisiones. Figuras que, apoyadas en el grupo, dan sentido a un paisaje lleno de símbolos que tienen que ver con la naturaleza, su conquista y reinterpretación.
La humildad de tirarse a la tierra y esperar que la hierba crezca en nuestra piel es una imagen recurrente que acompañó todo el proceso. La rendición del agua a su cauce. Y bailar. Bailar sabiendo que quien se mueve es el suelo y nosotros sólo reaccionamos a él a través del aire.
La obra discurre desde una parte sostenida en el gesto y la danza, hacia un lugar de ensoñación y representación mágica.